jueves, 23 de octubre de 2014

Entre antorchas, silencios y rabia.

Así transcurrió una de las marchas a las que con más impacto he asistido. Los acontecimientos nos dejaron sin palabras, pero no por eso callamos la indignación, el coraje y las ganas de que aparezcan; ante este panorama es inevitable que me salga este pensamiento. ¿Cómo canalizar la rabia? ¿Es posible que el enojo nos cale tan hondo que nos lleve a exigir un mejor país? Ayer y hoy, el pensamiento era el mismo: “Pude haber sido yo” creo que esa es la lección que nos está dejando este negro capítulo: Todos podemos desaparecer si continuamos viviendo dentro de un estado que gobierna a través de la barbarie, la impunidad, el miedo, la corrupción y cuyos representantes se dejan llevar única y exclusivamente por sus intereses. Pero, puedo ser yo quién cambie, quien decida ya no callar jamás, quiénes prometamos no dejar que el nivel de brutalidad nos rebase para actuar. Puedo ser yo, quien haga la diferencia. Fuimos miles los de ayer quiénes con antorchas, silencio y repudio nos levantamos a gritar: ¡Donde están! Sigue en mi mente, cómo canalizar el repudio. Y la constante es organización, civilidad y conciencia. Qué bueno que ayer demostramos que sin importar la clase social, el lugar donde se vive o en donde se estudia; nos causa dolor que este país haya sido entregado sin más a la impunidad. Entre antorchas, silencios y rabia, estamos esperando a que aparezcan vivos. Pero y sino aparecen ¿Qué sigue? Ana Gabriela Rubio Escobar

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