jueves, 23 de octubre de 2014

Entre antorchas, silencios y rabia.

Así transcurrió una de las marchas a las que con más impacto he asistido. Los acontecimientos nos dejaron sin palabras, pero no por eso callamos la indignación, el coraje y las ganas de que aparezcan; ante este panorama es inevitable que me salga este pensamiento. ¿Cómo canalizar la rabia? ¿Es posible que el enojo nos cale tan hondo que nos lleve a exigir un mejor país? Ayer y hoy, el pensamiento era el mismo: “Pude haber sido yo” creo que esa es la lección que nos está dejando este negro capítulo: Todos podemos desaparecer si continuamos viviendo dentro de un estado que gobierna a través de la barbarie, la impunidad, el miedo, la corrupción y cuyos representantes se dejan llevar única y exclusivamente por sus intereses. Pero, puedo ser yo quién cambie, quien decida ya no callar jamás, quiénes prometamos no dejar que el nivel de brutalidad nos rebase para actuar. Puedo ser yo, quien haga la diferencia. Fuimos miles los de ayer quiénes con antorchas, silencio y repudio nos levantamos a gritar: ¡Donde están! Sigue en mi mente, cómo canalizar el repudio. Y la constante es organización, civilidad y conciencia. Qué bueno que ayer demostramos que sin importar la clase social, el lugar donde se vive o en donde se estudia; nos causa dolor que este país haya sido entregado sin más a la impunidad. Entre antorchas, silencios y rabia, estamos esperando a que aparezcan vivos. Pero y sino aparecen ¿Qué sigue? Ana Gabriela Rubio Escobar

sábado, 11 de octubre de 2014

Poder y desaparición un texto de Pilar Calveiro: El caso de ayotzinapa

Poder y desaparición un texto de Pilar Calveiro: El caso de ayotzinapa Por Gabriela Rubio Escobar. Ante los brutales hechos de los que hemos sido testigos en estos últimos días, pongo en la mesa un texto titulado Poder y desaparición de Pilar Calveiro que arroja bastantes pistas para poder hablar de lo inverosímil y atroz que está pasando en nuestro país. El poder es la capacidad de hacer que los otros hagan lo que yo quiero. Me parece que dentro del Estado mexicano esa definición se queda corta y partir de ella podemos entender cuál es la lógica con la que se está gobernando en la actualidad. Desaparecer, es la consecuencia de no obedecer. De no alinearse, de cuestionar y de no agacharse. Retomando a Calverio, en su texto que hace referencia al funcionamiento y dinámica de los campos de concentración en Argentina que operaron durante la última dictadura militar (1976-1983), ella habla del momento previo a la instauración del régimen militar y de la fisionomía de las fuerzas armadas que imperó en esa época. “Cuando la disciplina se ha hecho carne se convierte en obediencia, en “la sumisión de la autoridad legítima. El deber de un soldado es obedecer ya que ésta es la primera obligación y la cualidad más preciada de todo militar”. Es decir, las órdenes no se discuten, se cumplen”. Cito lo anterior, porque parte de lo grave del asunto radica en que los policías que asesinaron y desaparecieron estudiantes cumplieron órdenes al igual que lo alegan los militares implicados en la muerte de 22 personas en Tlatlaya, Estado de México. La orden y su obediencia responden a una lógica de poder que no incluye a las personas y que ciertamente no está pensada para favorecer a los ciudadanos. Igualmente, culpar o decir que los responsables de la matazón en Guerrero fueron miembros de organizaciones delictivas, nos pone socialmente en un dilema dicotómico peligroso al buscar incluso que las poblaciones se enfrenten entre sí. No olvidemos, que los miembros del crimen son civiles y que civiles también son los que desaparecieron. No quiero pensar que el fin de este atroz suceso es que poblaciones enteras terminen enfrentándose para que posteriormente llegue el “orden” a imponerse. Dentro de una democracia, no es posible que sucedan estos sucesos ni mucho menos que las personas desaparezcan. Considero que las preguntas que tendríamos que exigir que se resuelvan son: ¿por qué desaparecieron? Y sobre todo ¿quién dio la orden de que desaparecieran? Porque tan culpable es quien la ejecuta como quién la cumple. “Las lógicas totalitarias son lógicas binarias que conciben al mundo como dos grandes campos enfrentados: el propio y el ajeno […] La reducción de la realidad a dos grandes esferas pretende finalmente la eliminación de las diversidades y la imposición de una realidad única y total, representada por el núcleo duro del poder, el Estado”. Calveiro, Pilar Poder y desaparición. Los campos de concentración en Argentina. Colihue, Argentina, 2008.